miércoles, 30 de noviembre de 2011

¿Cómo se comercializa un medicamento?

Posiblemente, los medicamentos sean el hallazgo más importante realizado por el ser humano. Con ellos se salvan muchas vidas, se alivian padecimientos crónicos y se ayuda a muchas personas. Pero, antes de que puedan ser utilizados, recorren un largo camino.
Tan es así que, desde que una fórmula médica es descubierta hasta que llega al ciudadano, pueden pasar más de diez años, ya que debe someterse a varios procesos experimentales a fin de encontrar posibles efectos secundarios y la dosis exacta en que debe ser suministrado.
Así, el primer paso es probar sus efectos en animales. El uso de cobayas, en la actualidad, está un tanto restringido, por lo que se utilizan las menos posibles y, principalmente, se trata de ratas, cuya genética es, al parecer, similar a la del ser humano.
Una vez comprobados los efectos del fármaco en éstos, se comienza a experimentar con voluntarios humanos. Éstos suelen ser personas sanas y, durante las pruebas, se someten a un rígido sistema de control, a fin de evitar la posible aparición de enfermedades. Es lo que se conoce como desarrollo clínico.

Pero, para que un fármaco sea aprobado, debe ser utilizado en pacientes que sufran la enfermedad a cuya cura va destinado. De otro modo, no sería posible comprobar sus efectos beneficiosos. Por ello, se toman voluntarios de distintos lugares para que la muestra sea lo más amplia posible.
Tras superar con éxito todos estos pasos, el medicamento debe ser puesto en comparación con un placebo -sustancia inerte que se utiliza en investigación clínica- y con otros fármacos similares que ya han demostrado su eficacia para curar la enfermedad en cuestión. De este modo, el nuevo producto prueba sus propiedades curativas. Asímismo, se evalúa la dosis más adecuada para su correcto funcionamiento.
A partir de este momento, el fármaco puede ser aprobado por las autoridades sanitarias y ser puesto en el mercado. No obstante, durante los primeros años de su uso, seguirán haciéndose pruebas -tanto a la población en general como a personas de riesgo- con objeto de comprobar sus efectos secundarios.
Como vemos, no es fácil sacar un medicamento nuevo. De hecho son muy pocos los que llegan finalmente al ciudadano. Incluso puede suceder que, durante el proceso, aparezca un fármaco más completo que elimine al anterior. Por todo ello, el consumo de medicamentos debe ser muy responsable.

jueves, 17 de noviembre de 2011

Un consorcio internacional estudiará los efectos secundarios de los medicamentos

Empleará información genética para tratar de establecer las bases de los tratamientos "a la carta"
Multinacionales farmacéuticas han formado un consorcio internacional para desarrollar herramientas que les permitan determinar qué pacientes tienen riesgo de desarrollar efectos secundarios a los medicamentos partir de su perfil genético. Este tipo de reacciones ha crecido un 150% en los últimos nueve años.
El denominado Consorcio Internacional de los Efectos Adversos Severos busca aumentar la seguridad de los fármacos y acabar así con los "graves" efectos secundarios que algunos tratamientos manifiestan en determinados grupos de pacientes, según dijo Arthur Holden, director ejecutivo de este organismo.
Para lograrlo, los investigadores utilizarán información genética. Al respecto, Janet Woodcock, subcomisionada y directora médica de la Agencia de Fármacos y Alimentos de Estados Unidos, la FDA, señaló que esta información es la base para tratar de encontrar el medicamento idóneo para cada paciente, lo que se conoce como tratamientos "a la carta".
El Consorcio es "la primera piedra de un futuro en el que las compañías farmacéuticas compartirán sus datos entre ellas para crear una gran base en la que almacenarán toda esta información", apuntó Woodcock.
En primer lugar, los responsables de esta iniciativa empezarán estudiando los daños hepáticos y el síndrome de Steven-Johnson (una reacción inflamatoria de toda la piel), dos de los principales efectos secundarios de los medicamentos. Ya han recogido unos 3.000 historiales clínicos de pacientes que han sufrido alguna de estas patologías para encontrar los factores comunes en ellos.

Daños hepáticos:El hígado es el órgano que descompone (metaboliza) la mayoría de los medicamentos quimioterapéuticos que ingresan en el cuerpo. Lamentablemente algunos medicamentos pueden causar daños hepáticos, entre ellos metotrexato, citarabina, vincristina y estreptozocina. Con mayor frecuencia el daño es temporal y el hígado se recupera unas semanas después de que se suspende el medicamento.
Los signos de daños hepáticos incluyen:
-Amarilleo de la piel y del área blanca de los ojos (ictericia).
-Cansancio.
-Dolor debajo de la parte inferior de las costillas en el lado derecho.
-Inflamación del abdomen o de los pies.
Es posible que se necesiten análisis de sangre para detectar un posible daño hepático. Las personas de mayor edad o las que tienen hepatitis tienen más probabilidades de sufrir daños hepáticos.

Síndrome de Steven-Johnson
Es una reacción severa principalmente a medicamentos, donde el sistema inmunológico sin saber que le suministras al cuerpo un elemento para sanar, cree que lo está atacando y se defiende de más provocando que aparezcan síntomas desde una urticaria generalizada en el cuerpo hasta como si se estuviera quemando de adentro para afuera, se cae la piel en capas, las pestañas se invierten hacia el ojo, se afectan las mucosidades, sistema respiratorio y es necesario encontrar atención médica urgentemente y si es necesario buscar un hospital con una unidad especializada para pacientes con quemaduras.
Los síntomas iniciales varían entre pacientes sin embargo si experimentan algunos de los siguientes, sin orden de importancia o aparición pero especialmente la urticaria generalizada, suspenda inmediatamente el medicamento y consulte con su médico. lncluso las reacciones se presentan desde el momento o hasta 15 días después de haber ingerido el medicamento.
-Fiebre alta
-Sintomas de resfriado
-Mucosidad
-Dolor en piel
-Rostro hinchado
-Herpes labial
-Ampollas en piel y membranas mucosas
-Lengua hinchada
-Urticaria generalizada
-Sarpullido rojizo o purpúreo que se extiende
-Despellejamiento de la piel
-Inflamación de párpados


martes, 8 de noviembre de 2011

Enfermedades mentales

Las enfermedades mentales o sicológicas son desordenes o trastornos del cerebro que alteran la manera de pensar y de sentir de la persona afectada al igual que su estado de ánimo y su habilidad de relacionarse (identificarse) con otros. Frecuentemente disminuyen la capacidad de una persona para afrontar las exigencias normales de la vida diaria. Todas las enfermedades mentales son causadas por desordenes químicos del cerebro.
Estas enfermedades pueden afectar a personas de cualquier edad, raza, religión o situación económica.
Estas alteraciones se manifiestan en trastornos del razonamiento, del comportamiento, de la facultad de reconocer la realidad y de adaptarse a las condiciones de la vida.


Existen muchas enfermedades mentales que se manifiestan en trastornos físicos o de ánimo. Dentro de las enfermedades mentales o sicológicas se clasifican la esquizofrenia, las enfermedades depresivas y los desórdenes de la personalidad. Dentro de estos últimos se encuentran los desórdenes obsesivos-compulsivos, la fobia social, el síndrome premenstrual y algunos otros.
Las más comunes entre estas enfermedades son:

El estrés
Las personas pueden experimentar el estrés cuando se ven ante eventos importantes los cuales pueden ser peligrosos o muy difíciles de superar.
Entre los síntomas sicológicos del estrés están la ansiedad y la tensión, la preocupación incontrolable, irritación, distracción, y dificultad en aprender cosas nuevas.


La neurosis
Son las afecciones que muestran un malfuncionamiento del sistema nervioso. En las neurosis no hay lesión física ni alteración de la personalidad.
Las principales neurosis son la ansiedad, una incontrolable obsesión por evitar situaciones peligrosas y una falta de acoplarse con personas. Algunos ejemplos de neurosis son el pánico, la fobia social, el desorden compulsivo-obsesivo, y el estrés postraumático.


La hipocondría
La hipocondría es un desorden neurótico en el cual la persona canaliza las ansiedades, las preocupaciones y los pensamientos obsesivos para convencerse de que tiene una enfermedad física específica (ejemplo: el cáncer del colon). Es decir que los hipocondríacos están preocupados porque padecen de una enfermedad, aunque informes médicos indiquen lo contrario.
Los hipocondríacos gastan mucho tiempo y dinero visitando doctores y haciéndose varios exámenes. Las relaciones entre estos enfermos y los doctores y enfermeras pueden en muchos casos ser conflictivas; hasta el punto en que una verdadera enfermedad puede llegar a no ser diagnosticada por aquellas personas que están cansadas de atender enfermos mentales que previamente han insistido en una enfermedad que no existe.


El desorden de la somatización
Es un desorden muy raro, pero toma mucho tiempo controlarlo. La persona, usualmente una mujer, tiene una historia médica larga y complicada y una serie de síntomas dramáticos pero vagos que demandan la atención inmediata del doctor.
Las quejas por lo general se basan en dolores gastrointestinales, ginecológicos y senso-motores. Las personalidades y vidas de estas personas son dramáticas y caóticas.


El desorden facticio
Los individuos que sufren de esta enfermedad mental crean la apariencia de una enfermedad física para ser el centro de atención médica y/o para obtener varios tipos de droga.
Las personas que sufren de este desorden por lo general se vuelven evasivas y agresivas cuando se les hacen preguntas o se les desafía a aclarar la inconsistencia de sus síntomas.


La esquizofrenia
La esquizofrenia es un conjunto de severos síntomas sicológicos los cuales hacen difícil trabajar, jugar y estar con otras personas. Síntomas "positivos" incluyen ilusiones (creencias irracionales), alucinaciones (experiencias sensoriales por falta de estímulo), pensamiento y habla incoherentes, paranoia o ansiedad intensa e incontrolable y un comportamiento extraño.
Entre los síntomas negativos están la pérdida de experiencias y expresiones emocionales, pérdida de poder e iniciativa, inhabilidad de experimentar placer o de interesarse en cosas, y aislamiento de personas.


La paranoia
En general, esta enfermedad se refiere a altos niveles de sospecha y desconfianza, usualmente vistos en las creencias o desilusiones de que ella o él son víctimas del odio, celos y resentimientos de otras personas.
La persona que sufre de la paranoia esquizofrénica tiene presentimientos de que ella o él van a ser perseguidos por otros, como el vecino, el gobierno, o un extraterrestre; o por el personas especiales tales como "el Mesías" (un presentimiento de grandiosidad).
La persona que sufre del desorden personal paranoico parece normal, pero es sospechosa, desconfiada, hostil, controladora y rápida para desarrollar resentimientos y celos. Algunos hombres que golpean a sus esposas o novias sufren de esta enfermedad mental.


La depresión
La depresión es un problema emocional muy grave en el cual el individuo no deja de sentirse triste y vacío, y constantemente se siente sin ayuda o esperanza.
Las personas deprimidas, usualmente sufren de ansiedad e irritabilidad, una falta de motivación, y una pérdida de placer en las cosas que antes les gustaba hacer. También tienen problemas con el apetito, el sueño, y sufren de dolores.
Muchas personas deprimidas tienen pensamientos suicidas y entre el diez y el quince por ciento terminan por quitarse la vida.


La manía
Es un período de tiempo (por lo general de una semana a un mes) en el cual la persona es y se siente muy feliz, habla mucho, es activa e impulsiva. En muchos casos, en los momentos de manía, a pesar de sentirse confidente y feliz, la persona puede llegar a sentirse nerviosa e irritada.
Muchos maniáticos parecieran tener una energía infinita y solamente necesitan pocas horas de sueño, si es que duermen del todo.
Con la manía en su forma intermedia —la hipomanía— el individuo puede llegar a ser muy creativo y productivo en su trabajo. En sus diferentes formas la persona se convierte en sicótica. Es decir, pierde la habilidad de pensar correctamente y hace juicios realistas a la vez que puede experimentar alucinaciones.
Muchos individuos tienden a ser impulsivos, demandantes, agresivos, lo cual resulta en gastos enormes de dinero, consumo excesivo de alcohol, promiscuidad sexual y problemas con la ley.


La manía-depresiva
Aproximadamente una a dos de cada 100 a 250 personas alrededor del mundo experimentan de una manera u otra episodios de manía intermedia o severa, junto con episodios de depresión.
Si los momentos de ambos tipos de problemas emocionales son intermedios, la condición se conoce como clotimia. Si los episodios de depresión son severos, sin importar si la manía es leve o severa, entonces la condición emocional se llama desorden bipolar, comúnmente conocido como "manía-depresiva." Comúnmente, personas entre los 17 a 25 años de edad tienen a ser víctimas de este tipo de problema emocional, y usualmente es crónico.
Muchos individuos que sufren de estos desordenes tienden a recuperarse en medio de episodios, y hay una asociación con la creatividad y el ingenio artístico que la persona puede desarrollar. Sin embargo, el impacto que este desorden causa en la vida de una persona es devastador. El nivel de problemas matrimoniales, abuso de sustancias, suicidio y problemas con la ley es muy alto.

El delirio
También conocido como "el rápido inicio del síndrome cerebral," el delirio es una condición sicológica asociada con graves problemas físicos (ejemplo: sobredosis de droga o envenenamiento).
Entre los síntomas están la confusión y la desorientación, pérdida de conciencia, agitación, apatía e ilusiones (falta de percepción del estímulo externo, tal como escuchar el ruido de las ruedas de una camilla de hospital e imaginarse que es una máquina maquiladora que viene a despedazarlo.)
El delirio debe tomarse muy en serio y debe ser tratado inmediatamente, porque puede representar un grave problema físico.

La demencia
La demencia se refiere a una disminución o deterioro generalizado de las facultades intelectuales, como la pérdida de memoria, atención y pensamiento abstracto.
La persona que sufre de demencia se puede perder fácilmente y puede ser incapaz de hacer cosas simples como volver a entrar a la casa después de que haya cerrado la puerta.

El narcisismo
La persona con este tipo de personalidad tienen una incontrolable necesidad de sentirse importante, exitosa y admirada por todo el mundo.
Ellos actúan como si fueran únicos y merecedores de favores especiales. Por lo general, a los narcisistas no les importan los sentimientos y/o resentimientos de las otras personas, y están celosos de los éxitos de los demás.

viernes, 4 de noviembre de 2011

Enfermedades cardiovasculares más comunes

Las dolencias cardiovasculares representan cerca del 40% de las muertes por enfermedad en nuestro país. Las más habituales son:
Arteriosclerosis
Es la pérdida de elasticidad y el estrechamiento de las arterias que se produce como consecuencia de la acumulación de grasa en sus paredes, que empieza a producirse ya desde los primeros años de vida, hasta convertirse en placas de ateroma, las lesiones principales de esta enfermedad, compuestas por colesterol y derivados. La distribución de la arteriosclerosis en la red arterial no es homogénea. Afecta sobre todo a la aorta, a las arterias de las piernas, las coronarias y las arterias que conducen la sangre hacia el cerebro.
Las placas de ateroma se desarrollan en zonas de gran turbulencia de flujo sanguíneo, sobre todo donde hay bifurcaciones. Estas placas provocan una reducción del diámetro en la zona de arteria donde se sitúan, esto hace que la sangre circule con más dificultad, pudiendo tener como consecuencia la falta de oxigenación en el área que depende de esas arterias.
Las placas también pueden sufrir un proceso de ulceración y dar lugar a que se formen trombos, es decir, coágulos de sangre. Esos trombos pueden obstruir por completo la zona de la arteria donde se forman, produciendo una trombosis. El trombo puede desprenderse y entrar en la circulación sanguínea. Dependiendo de sus dimensiones podrían provocar la obstrucción de una arteria y una embolia en el organismo.
La arteriosclerosis como tal no produce manifestación alguna hasta que tiene lugar, como consecuencia de la misma, la disminución o la interrupción del aporte de sangre a algún tejido. Es entonces cuando tiene lugar, por ejemplo, la angina de pecho, el infarto de miocardio o el accidente vascular cerebral, que se describen a continuación.
Un dolor súbito intenso en las piernas, no justificado (que no haya sido causado por un golpe, por ejemplo, puede ser también el resultado de una afectación arterial, que si no se trata adecuadamente puede conducir a la gangrena.
Unos hábitos más saludables, con la dieta alimentaria adecuada son el tratamiento básico para prevenir y paliar la arteriosclerosis. El especialista establecerá, en función de la existencia de otros factores asociados (hipercolesterolemia, hipertensión, etc.) si hay que seguir un tratamiento farmacológico, con medicamentos especiales para reducir el colesterol y, a veces otros fármacos, antiagregantes, anticoagulantes, antihipertensivos, etc.
Angina de pecho
La angina de pecho se produce cuando hay un aporte insuficiente de sangre y, por tanto, oxígeno al músculo cardiaco debido a un estrechamiento o a una obstrucción de una arteria coronaria (por ejemplo, por las placas de ateroma). La angina indica que el músculo cardiaco está afectado, y que precisa un tratamiento.
Cuando el músculo del corazón no recibe el oxígeno que necesita para trabajar (lo que ocurre más fácilmente en el transcurso de un esfuerzo físico prolongado, o si hace mucho frío), sufre, y este sufrimiento se traduce en unos síntomas concretos: la angina de pecho. La víctima de una crisis de angina nota una sensación de angustia, de peso en el pecho, tras el esternón, que puede irradiar a los brazos, costado, cuello, maxilares, y a veces se combina con unos síntomas similares a los de una indigestión. El malestar puede desaparecer con el reposo. Si usted nota estos síntomas, busque rápidamente atención médica.
Las causas son variadas: puede ser producida por una aterosclerosis de las arterias coronarias (lo más habitual), por espasmo de las arterias coronarias, por una dolencia congénita...
La angina de pecho puede evolucionar, espontáneamente, en varios sentidos:
La dolencia puede mantenerse estable varios años y producir un malestar llevadero, que exige hacer algunas modificaciones en los hábitos de vida.
Las crisis pueden hacerse más frecuentes e intensas, traduciendo la inestabilidad de una placa de ateroma. Esto puede llegar a tener consecuencias fatales.
O bien, esas crisis de angina se van haciendo cada vez más raras, hasta llegar a desaparecer. Esto sucede si en la zona se desarrolla una circulación paralela eficaz, es decir, las arterias colaterales consiguen suplir el trabajo de la arteria afectada.
Se diagnostica a partir de los síntomas descritos por el paciente (peso, opresión y angustia en pecho, brazos, cuello...). En algunos casos la enfermedad cursa de forma silenciosa, esto sucede por ejemplo con los diabéticos, y sólo hay unos síntomas vagos, como falta de aire o fatiga, que pueden llevar a sospechar de la enfermedad.
No se debe confundir una crisis de angina de pecho con otros trastornos que también pueden provocar dolores parecidos: acidez, reflujo gastroesofágico, úlcera de estómago, infección pulmonar, dolores musculares, pericarditis (inflamación de la mucosa que rodea al corazón) o crisis de ansiedad.
El tratamiento médico de la angina de pecho depende de su gravedad.
En principio, se recurre a los medicamentos. Además de los fármacos para reducir los niveles de colesterol, la hipertensión o la diabetes (indicados o no según las circunstancias de cada paciente), hay otros específicos contra la angina. Son los nitratos (que actúan dilatando las arterias coronarias y pueden administrarse por vía oral, como comprimidos que se colocan bajo la lengua, con parches en la piel o en inyecciones), los betabloqueantes, que al reducir la frecuencia cardiaca reducen también las necesidades de oxígeno del corazón, o los antagonistas del calcio, que inducen a la dilatación de las arterias coronarias y las venas periféricas, reduciendo así la tensión arterial y la frecuencia cardiaca.
El ácido acetil salicílico (por ejemplo, aspirina) suele usarse como tratamiento complementario, ya que reduce la posibilidad de que las plaquetas sanguíneas se agrupen formando trombos.
Cuando la medicación no basta, es necesario recurrir a un tratamiento quirúrgico. Hay varias alternativas, pero es muy frecuente la angioplastia, que consiste de dilatar mecánicamente los vasos coronarios. Se suele realizar con anestesia local y no requiere hospitalización.
Otra alternativa es sustituir la arteria afectada por un injerto de un vaso localizado en otra zona del cuerpo, con la técnica denominada by-pass.
Y otra técnica que se utiliza mucho en la actualidad es introducir un dispositivo, que se llama stent y es parecido a una espiral, dentro del vaso estrechado, para de esta forma mantenerlo "abierto".
Estas distintas técnicas tienen diferentes indicaciones: la elección de una u otra se hace de forma individualizada, según el paciente.


Infarto de miocardio
La palabra infarto significa "zona de necrosis", es decir, de muerte de los tejidos de un determinado órgano, debido a una importante disminución de la circulación. En el infarto de miocardio, esa necrosis afecta al propio músculo cardiaco o miocardio.
El infarto de miocardio se produce cuando se da una interrupción total y persistente de la circulación de una determinada zona de una arteria coronaria. Su gravedad es variable. Si afecta a un área pequeña o que no incluye ningún elemento importante del corazón, podría incluso pasar desapercibido. Si el área afectada es más extensa, las perturbaciones serán graves, incluso mortales.
El infarto de miocardio se manifiesta, la mayoría de las veces, con un dolor, peso u opresión en el pecho, una sensación semejante a la de la angina de pecho, pero más intensa y/o más duradera. La sensación puede extenderse al brazo izquierdo, y también al cuello, costado, estómago... y puede prolongarse durante varias horas. Al contrario de lo que pasa con la crisis de angina, el reposo o el comprimido de nitroglicerina no ocasionan ningún alivio.
Cuando se sospecha la posibilidad de un infarto, hay que realizar un electrocardiograma de inmediato.
Esta es una situación de urgencia, y el afectado debe ser trasladado lo más rápidamente posible a un centro de cuidados intensivos. La actuación inmediata salva muchas vidas.
Los medicamentos que se usan en la fase aguda son analgésicos especiales, combinados con nitratos y betabloqueantes y también con fármacos que actúan sobre la coagulación, como los fármacos fibrinolíticos, capaces de disolver los trombos intracoronarios y que son muchos más eficaces si se aplican en las primeras horas siguientes al infarto.
En algunos casos hay que recurrir a una angioplastia urgente. En la fase aguda del infarto, la cirugía cardiaca queda reservada los enfermos que presenten complicaciones mecánicas (la rotura de un músculo papilar o de una pared ventricular, por ejemplo).
Después del infarto, el paciente debe guardar un reposo absoluto, en cama.



Accidentes vasculares cerebrales
Hay un conjunto de lesiones en las arterias cerebrales que pueden producir un accidente cerebral, que puede ser:
Una embolia cerebral, una obstrucción brusca de un vaso cerebral por un trombo originado en otro punto de la circulación sanguínea.
Una trombosis cerebral, que es una obstrucción brusca de una arteria cerebral por un trombo que se producido en esa misma arteria.
Una hemorragia cerebral, que se debe normalmente a la ruptura de un vaso cerebral dañado.
Los síntomas dependen de la zona de cerebro afectada. Pueden consistir en alteraciones de la fuerza o de la sensibilidad, dificultad para hablar, dificultad para tragar, inestabilidad al caminar… Suelen ocurrir bruscamente. En ocasiones duran solo unos minutos (accidente isquémico transitorio) lo que puede constituir un aviso de que algo más grave puede ocurrir.
Ante la sospecha de un accidente vascular cerebral, conviene acudir a urgencias cuanto antes. En algunas ocasiones es posible el uso de fármacos fibrinolíticos que contribuyen a disolver un posible trombo. En cualquier caso, la intervención precoz, controlando la oxigenación, la temperatura y los niveles de glucemia (azúcar en sangre) ayuda a minimizar las posibles secuelas.
La rehabilitación será tanto más fácil cuanto menor sea la cantidad de secuelas y menos graves sean. También entra en juego el estado del enfermo antes de sufrir el accidente.



Hipertensión
Además de ser un factor de riesgo importante respecto a otras dolencias coronarias, la hipertensión es en sí misma una enfermedad cardiovascular. Esta afección obliga al músculo cardiaco a aumentar su carga de trabajo y es un factor de riesgo para la arterioesclerosis y los accidentes vasculares cerebrales. Además, una hipertensión prolongada puede provocar insuficiencia renal y daños en los vasos que irrigan la retina.
La tensión arterial es la presión que ejerce la sangre sobre las paredes de las arterias de gran circulación.
En general, se considera una tensión arterial alta a una máxima (presión sistólica) igual o superior a 140 y una mínima (presión diastólica) igual o superior a 90. Si la máxima supera 159 o la mínima supera 109, se habla de hipertensión severa.
En sí misma, la hipertensión no tiene ningún síntoma característico. Se suele descubrir en el transcurso de un examen médico. Los adultos de más de 35 o 40 años deben tomarse la tensión una vez al año, sobre todo si hay antecedentes familiares de hipertensión.
El diagnóstico definitivo de la hipertensión debe basarse en varias mediciones. Una vez confirmada, hay que realizar exámenes clínicos más profundos, para identificar si hay una causa subyacente, por un lado, y por otro, evaluar los posibles daños motivados por la hipertensión, con pruebas cardiológicas, renales y oftálmicas, sobre todo.
Si se trata de una hipertensión ligera, unas sencillas medidas preventivas, como perder peso, hacer ejercicio con regularidad, adaptar la alimentación (reduciendo el consumo de sal, evitando alcohol y grasas...) pueden bastar para mantener la tensión en sus niveles normales. Si no es así, se optará por un tratamiento farmacológico. Hay muchos y diversos medicamentos con efectos antihipertensores: el médico determinará cuál es el más adecuado para cada paciente, según sus circunstancias.

El tratamiento de la hipertensión no la hace desaparecer definitivamente, simplemente la mantiene "a raya", dentro de unos límites y de esta forma atenúa sus consecuencias.