Posiblemente, los medicamentos sean el hallazgo más importante realizado por el ser humano. Con ellos se salvan muchas vidas, se alivian padecimientos crónicos y se ayuda a muchas personas. Pero, antes de que puedan ser utilizados, recorren un largo camino.
Tan es así que, desde que una fórmula médica es descubierta hasta que llega al ciudadano, pueden pasar más de diez años, ya que debe someterse a varios procesos experimentales a fin de encontrar posibles efectos secundarios y la dosis exacta en que debe ser suministrado.
Así, el primer paso es probar sus efectos en animales. El uso de cobayas, en la actualidad, está un tanto restringido, por lo que se utilizan las menos posibles y, principalmente, se trata de ratas, cuya genética es, al parecer, similar a la del ser humano.
Pero, para que un fármaco sea aprobado, debe ser utilizado en pacientes que sufran la enfermedad a cuya cura va destinado. De otro modo, no sería posible comprobar sus efectos beneficiosos. Por ello, se toman voluntarios de distintos lugares para que la muestra sea lo más amplia posible.
Una vez comprobados los efectos del fármaco en éstos, se comienza a experimentar con voluntarios humanos. Éstos suelen ser personas sanas y, durante las pruebas, se someten a un rígido sistema de control, a fin de evitar la posible aparición de enfermedades. Es lo que se conoce como desarrollo clínico.
Pero, para que un fármaco sea aprobado, debe ser utilizado en pacientes que sufran la enfermedad a cuya cura va destinado. De otro modo, no sería posible comprobar sus efectos beneficiosos. Por ello, se toman voluntarios de distintos lugares para que la muestra sea lo más amplia posible.
Tras superar con éxito todos estos pasos, el medicamento debe ser puesto en comparación con un placebo -sustancia inerte que se utiliza en investigación clínica- y con otros fármacos similares que ya han demostrado su eficacia para curar la enfermedad en cuestión. De este modo, el nuevo producto prueba sus propiedades curativas. Asímismo, se evalúa la dosis más adecuada para su correcto funcionamiento.
A partir de este momento, el fármaco puede ser aprobado por las autoridades sanitarias y ser puesto en el mercado. No obstante, durante los primeros años de su uso, seguirán haciéndose pruebas -tanto a la población en general como a personas de riesgo- con objeto de comprobar sus efectos secundarios.
Como vemos, no es fácil sacar un medicamento nuevo. De hecho son muy pocos los que llegan finalmente al ciudadano. Incluso puede suceder que, durante el proceso, aparezca un fármaco más completo que elimine al anterior. Por todo ello, el consumo de medicamentos debe ser muy responsable.
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